De no creerlo, han transcurrido 6 años desde la primera vez que nos juntamos 5 personas mayores* con la intención de cambiar la mirada sobre el envejecimiento. La razón era evidente: ninguno tenía la menor intención de pasar descansando 1, 2, 3 ó 4 décadas, si éramos afortunados y no nos moríamos antes. En lo personal, yo recordaba las sabias palabras de mi padre: “Para descansar, primero hay que cansarse”.

En esos años nadie hablaba de ese tema: la escasa atención puesta en los mayores se centraba sólo en los cuidados, lo cual era lo pertinente para el 20% de la población mayor en Chile. ¿Y el 80% restante?  Pasábamos como una rareza. O como comentaba una nieta a sus amigas “mi abuelita está como tuna”, como si su abuelita fuera un extraterrestre.

Algo había que hacer y nos arremangamos. Optamos por constituir una EmpresaB para evidenciar nuestra necesidad de autofinanciarnos y la llamamos Travesía100, una provocación: dado que tenemos por delante un período significativo de vida, necesitamos prepararnos para vivirlo plenamente. En caso contrario, esos largos años constituirían una carga para nuestras familias y la sociedad, así como un desperdicio para nosotros: resignados al mandato imperante debíamos sentarnos a esperar la muerte.